Cursos de autodefensa física para reforzar la seguridad en una misma

 

 

(Diario Lanza)

Belén Rodríguez
Ciudad Real

No te resistas que será peor, ¿cuántas veces hemos oído esa frase en el cine?, el sentido común y los consejos de los expertos aconsejan justamente lo contrario: “ante cualquier agresión hay que ofrecer resistencia porque siempre tienes más opciones. Al agresor nunca hay que ponérselo fácil”. Quien lo dice es el subinspector de la Policía Local de Ciudad Real José Lizcano, coordinador de los cursos de autoprotección y defensa personal para mujeres que desde hace cinco años imparte en la capital la Concejalía de Igualdad en colaboración con la Policía Municipal.

Enfocado a víctimas de violencia de género, pero abierto al colectivo femenino en general, los cursos tienen mucho éxito (este último año se han impartido clases a tres grupos de 18 mujeres) para ayudarlas a desarrollar capacidades que muchas  desconocen poseer. “El 99 por ciento de las mujeres, incluidas las más jóvenes, no tienen desarrollado el instinto de la violencia. Cuando ensayamos una técnica siempre nos preguntan si eso no podría matar a la otra persona o  hacerle mucho daño; hay como un sentimiento de culpa por hacer daño fruto de la educación sexista recibida. Y no es que hagamos apología de la violencia, es un curso de iniciación que pone en contacto a las mujeres con las técnicas de defensa personal con dos objetivos: evitar que un posible agresor te machaque y ponerte a salvo. No se requiere una gran forma física, muchas veces con habilidad se vence a la fuerza y se consigue tener una oportunidad de escape”, señala Lizcano.

“Una situación real no se da exactamente como se está ensayando, pero sí que se quedan con la idea general de que ante una agresión hay que responder. Con el lenguaje verbal todos expresamos el nivel de seguridad que tenemos, cuando un agresor ve a una mujer como víctima es porque su lenguaje no verbal lo dice. Si ellas tienen mejor autoestima y responden pueden provocar como mínimo la sorpresa en el atacante, surge la confusión y esa es la ventaja. Aquí enseñamos sobre todo a saber reaccionar y a romper esquemas que se nos han metido desde pequeños del tipo ‘no vayas sola que te puede pasar algo’, a las mujeres se las condiciona desde niñas a no saber defenderse”, afirma el coordinador del curso que este año han impartido los agentes de policía Eugenio y José Ramón, este último cinturón negro en kárate (segundo dan).

A fuerza de repetir técnicas de garre (brazo, cuello, cintura y piernas), suelo (piernas, cintura, pecho, cuello), cuchillo (evitación, bloqueo, desarme) y palos (evitación, golpeo, bloqueo, desarme), las participantes en los cursos de este año han aprendido que las mandíbulas de las mujeres son tan potentes como las de los hombres, y que un buen bocado en el cuello puede incluso provocar que alguien se desangre.

Ninguna de las alumnas de una de estas clases, que finalizaron a mediados del mes pasado, quiere llegar a esos extremos, y repiten que ha sido una gran experiencia iniciarse en la defensa personal. “Tengo 23 años, me apunte porque a diario vemos como mueren mujeres a manos de sus parejas, y muchas pasamos miedo cuando salimos de fiesta porque vivimos en una sociedad patriarcal, donde la mujer es un objeto para el hombre, lo veo como un modo de  sentir autoprotección”, explica una de las cursillistas.

A esta alumna le ha llamado mucho la atención “el modo de actuación, yo no tenía ningún conocimiento sobre este tema. No había hecho nada de defensa personal, sólo ir al gimnasio y no sabría cómo actuar si se diera el caso de que alguien me ataque, ahora, al menos en la teoría, sabría cómo actuar si me sacan un cuchillo, si intentan agarrarme o me dan con un palo. En general lo veo bastante fructífero y que sirve”.

Esta joven ciudarrealeña que estudia en Madrid no ha tenido ninguna experiencia de este tipo, pero reconoce que a veces ha sentido miedo al volver a casa de noche. “Hace poco, antes de empezar el curso, un hombre empezó a perseguirme, y pasé miedo. Nunca sabes qué puede pasar”.

En el otro pico de edad está Antonia  Pérez:  “Me apunto a muchos cursos, también estoy en natación por la mañana, conoces gente, te relacionas, pero este curso en particular me ha encantando”. A Antonia le ha sorprendido “que siempre te puedes defender, por lo menos esquivar los golpes y conocer las técnicas. Ahora que a mí no me ataquen, creo que lo tengo más complicado que la gente joven, aunque por otra parte pienso que mientras vives tienes que aprender cosas, también agreden a personas mayores a la salida del cajero”.

Otra de las alumnas llegó al curso a través de una amiga, “siempre he querido hacer este tipo de formación, había preguntado en muchos gimnasios pero no podía compatibilizarlo. Esto es autoprotección no es nada de lucha, yo soy muy miedosa a la hora de salir por la noche y siempre viene bien saber este tipo de cosas”. Tras completar las sesiones, esta mujer dice que no sólo ha sido didáctico, “sino muy divertido y dinámico. Hemos repetido todas las técnicas las veces que hemos querido, tanto colectivamente como individual, ha estado muy bien”.

Asunción Alcaide considera que ha aprovechado muy bien las clases, “son técnicas muy buenas, que te ayudan a la hora de defenderte de algún agresor. Ha sido muy interesante”.  A Alcaide no la han atacado nunca, “pero es bueno estar preparada, refuerza tu autoestima, te da un poco  de seguridad, vas por la calle y parece que llevas más seguridad”.

En cuanto al perfil de las mujeres que se apuntan a estos cursos (se convocan cada año en torno al 25 de noviembre, día de la lucha contra la violencia de género), el subinspector Lizcano comenta que la selección pasa por la Concejalía de Igualdad, “también nos mandan gente del Centro de la Mujer y alguna víctima de violencia de género. Nosotros no sabemos quiénes son. Nos dan un listado cerrado en el hay desde chicas jóvenes, hasta más mayores. Han venido hermanas, amigas, madres e hijas. Son seis sesiones de hora y media que impartimos personal de la Policía Local también como una forma de acercarnos al ciudadano, en este caso a las  mujeres que deben saber que la policía es sensible a la poblemática de la violencia de género y que estamos para ayudar. Al final terminan haciéndonos preguntas de todo tipo. Queremos que nos sientan como una policía próxima para este o cualquier otro problema”.

 

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