Ciudad Real ha conmemorado esta mañana el 41º aniversario de la Constitución Española, en un acto conjunto de las cuatro administraciones públicas (Diputación, Junta de Comunidades, Subdelegación del Gobierno y Ayuntamiento) que este año ha organizado el Ayuntamiento de la capital.
Los máximos representantes de las cuatro administraciones, acompañados de un buen número de diputados, senadores, concejales y de las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado, han izado la bandera de España en la Plaza de la Constitución, a los acordes del himno nacional interpretado por la Banda de Música de la Agrupación Musical de Ciudad Real.
Posteriormente, la comitiva se ha desplazado al Centro Cultural Antiguo Casino, donde se han entregado los premios del concurso de redacción ilustrada sobre valores y derechos humanos recogidos en la Constitución Española, organizado por la Diputación Provincial.
La alcaldesa de Ciudad Real, en nombre de las administraciones públicas reconocía que la Constitución, es la norma que hizo que todos los españoles pudiéramos convivir en paz tras un largo periodo de autoritarismo y de zozobra, que posibilita la vida en libertad e igualdad de todas las personas, que el poder sea ejercido ajustado a las leyes que emanan de un parlamento, elegido legítimamente por la ciudadanía. Que regula derechos, pero también deberes”.
Pilar Zamora reconocía que “la Constitución fue fruto no sólo del trabajo de los políticos que entonces tenían la responsabilidad de cerrar una etapa para abrir el país a una vida nueva, fue producto también de la voluntad popular, de la movilización ciudadana, de la necesidad de responder a necesidades estratégicas de la nación y sacarla del aislamiento internacional. De todo ello nació una Constitución válida para todos y para todas, en la que por primera vez en nuestra historia se recogen derechos fundamentales que constituyen ley y cuya violación puede denunciarse ante los tribunales: los derechos de expresión, de reunión y asociación; a la igualdad; a la educación universal; a la libertad sindical y el derecho de huelga; la aconfesionalidad del Estado...”
Una Constitución que nos define como un “estado social y democrático de derecho”, cuyos valores superiores son la libertad, la justicia, la igualdad y el pluralismo político. Garantiza el pluralismo político, que quizá hoy alcance una de las cuotas de protagonismo más importante desde la promulgación de la Constitución, porque son muchas las fuerzas políticas con representación parlamentaria. Porque la composición del Parlamento se ha concretado tras los últimos procesos electorales variopinta y alejada del bipartidismo. Pero esa garantía debe llevar implícita otra: el respeto por encima de todas las cosas a los principios constitucionales, a los derechos en ella recogidos y a los alcanzados a lo largo de los años. Al margen deben quedar extremismos y populismos que pongan en riesgo la igualdad, la equidad o el respeto al otro, los derechos fundamentales.
Zamora reconocía que la Carta Magna “resolvió además la estructura territorial española, que se articula en autonomías. Pone de manifiesto la España diversa que somos, integrando los territorios, haciendo fuerte y rico nuestro país. Una unión que no supone uniformidad, ni significa olvidar o suprimir la diversidad territorial, ni negar la pluralidad, bien al contrario, garantiza el reconocimiento y protección de nuestras lenguas, tradiciones, culturas e instituciones. Nos dotó de un sistema de gobierno descentralizado que ha permitido ir incrementando la igualdad de oportunidades y el fomento de la solidaridad territorial”.
Aún así, la primera edil admitía que “no es sin embargo inamovible. Pero debemos tener hacia ella toda la consideración por las garantías y por las posibilidades jurídicas que nos ofrece, en tanto se reflexiona concienzudamente sobre su reforma y nacen propuestas de mejora siempre desde el diálogo, que deben darse en un ambiente tranquilo y de convivencia en paz de todos los ciudadanos, de todas las ciudadanas, de todos los territorios y en todos los territorios. La Constitución daba respuesta a una necesaria regulación de las normas de convivencia para una España que dejaba atrás el enfrentamiento y atendía las circunstancias de la segunda mitad del siglo XX. Pero estamos a en el siglo XXI y se han producido numerosos cambios sociales, políticos y económicos y debe adecuarse a las nuevas necesidades”.
Y afirmaba que “reformarla debe tener el sentido de reforzarla, de insuflarle savia nueva para que siga arropando nuestra sociedad en los distintos ámbitos. Por mencionar algunas cuestiones, en el ámbito social, habría que incluir nuevos derechos y reforzar las garantías de otros. Revisar la organización territorial, teniendo en cuenta que el Estado autonómico ha evolucionado y que es necesario reforzar la autonomía local; hay que incluir a Europa que tiene que estar presente en el texto constitucional. Pero cualquier cambio ha de venir desde una reflexión profunda, con la participación de todas las opciones y con la "prudencia" y la "sabiduría" de los constituyentes. No puede utilizarse como arma arrojadiza, sino que debemos arroparnos en ella para conseguir que todas las opciones tengan cabida sin exclusiones.
La alcaldesa de Ciudad Real reconocía que “una de las razones por las que se hace necesaria la reforma, es para paliar las carencias que un texto nacido hace 41 años tiene con respecto a las mujeres, que apenas tuvo en cuenta la cuestión de género. Tanto es así, que continuamente se habla de “los padres de la Constitución” y continuamente se olvida a “las madres”. Hoy me gustaría hacer un homenaje particular a las grandes olvidadas, las “madres” de la Constitución. Sólo 21 diputadas y seis senadoras formaron parte de las primeras Cortes Constituyentes frente a 637 hombres. ´Solo una mujer, la diputada María Teresa Revilla, de UCD, participó en la Comisión Constitucional ¡y tuvo que pedirlo!... No es fácil localizarlas en las fotografías de aquel Parlamento, pero ahí estuvieron, haciendo camino, abriendo paso en política para las que llegamos después, empezando a reivindicar la igualdad entre hombres y mujeres, nuestros derechos a la altura de los de ellos, impulsando otro modelo de sociedad”.
Las carencias del texto de 1978 en materia de igualdad se han ido paliando con leyes, pero si nos planteamos una reforma, podemos pensarla también para que blinde los avances conseguidos a los largo de años y constituya a España como un Estado igualitario, reconocía la primera edil.
Zamora finalizaba su intervención reivindicando la Constitución “como regazo de convivencia para todas las españolas y todos los españoles, conociendo que necesita reformarse para adaptarse a la evolución habida en España en estos años, e interpelando al consenso del 78 en su defensa y su renovación”.
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