Mesa de la Memoria Histórica

La Mesa de la Memoria Histórica de Ciudad Real ha aprobado el cambio de denominación de 9 calles de la capital, así como la retirada de la estatua monumento al Alférez Provisional que será llevada a un Museo, para cumplir con lo establecido en la Ley de Memoria Histórica.

En la sesión llevada a cabo esta tarde en el Salón de Plenos del Ayuntamiento, los componentes de esta Mesa, expertos y políticos, han debatido los informes de cada una de las calles propuestas. Por votación, se ha acordado la retirada de la estatua y el cambio de la denominación de la calles por tratarse de una exaltación de figuras o hechos clave de la Guerra Civil o la represión de la dictadura franquista. Se trata del pasaje Gutiérrez Ortega, las calles Vicente Galiana, José María Aparicio Arce, Gregorio Sánchez-Puerta, Belchite, Brunete, Santa María de la Cabeza y Simancas y la plaza Merry del Val.

Además, se ha aprobado la retirada de una placa en el grupo de viviendas de la Obra Sindical del Hogar Vicente Galiana, dedicada a Vicente Galiana Utrilla, fundador de Falange Española de Daimiel, primer presidente de la Junta Provincial de Falange de Ciudad Real, asesinado en Madrid en 1936, y figura utilizada propagandísticamente por el franquismo manchego.

Estos cambios en la denominación deberán ser ratificados por la Junta de Gobierno Local. El Ayuntamiento iniciará un proceso participativo para decidir la nueva denominación de estas calles.

Según el artículo 15 de la Ley 52/2007, de 26 de diciembre, las Administraciones públicas, en el ejercicio de sus competencias, tomarán las medidas oportunas para la retirada de escudos, insignias, placas y otros objetos o menciones conmemorativas de exaltación, personal o colectiva, de la sublevación militar, de la Guerra Civil y de la represión de la Dictadura. (…) Lo previsto en el párrafo anterior no será de aplicación cuando las menciones sean de estricto recuerdo privado sin exaltación de los enfrentados o cuando concurran razones artísticas y arquitectónicas protegidas por la ley.

PASAJE JOSÉ GUTIERREZ ORTEGA

José Gutiérrez Ortega nació en Jabalquinto (Jaén) en 1914, y estudio en Granada, donde obtuvo las licenciaturas de Derecho y Filosofía y Letras. Falangista procedente de las Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalista (JONS), dirigió Patria (Granada, 1935-1938), fundó y dirigió Lanza (1943-1969), presidió la Asociación de la Prensa de Ciudad Real, dirigió la Hoja del Lunes de Ciudad Real (1966-1969) y falleció el 30 de noviembre de 1969.

Delegado provincial del Instituto Nacional de Previsión, vicepresidente de la Diputación Provincial, fundador de la Falange granadina y del periódico Patria, fue jefe provincial del Movimiento de Ciudad Real, Cruz de Guerra, Medalla de la Campaña, Cruz Roja, Medalla de la Vieja Guardia, Medalla del Águila alemana.

CALLE JOSE MARÍA APARICIO ARCE

José María Aparicio Arce, delegado del SEU en la Facultad de Derecho de Madrid, alcalde de Alcázar de San Juan, procurador en Cortes (1954-1977), presidente de la Diputación Provincial de Ciudad Real (1964-1970), gran cruz de la Orden del Mérito Militar, con distintivo blanco, gobernador civil y jefe provincial del Movimiento de Zamora (1970-1972) y Málaga (1974-1975), consejero nacional por designación del presidente del Consejo Nacional (1972-1974), presidente de la Administración Turística Española (1976-1977).

CALLES GREGORIO SÁNCHEZ-PUERTA y PLAZA MERRY DEL VAL

Los dos tuvieron una cosa en común, fueron consejeros de la Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Madrid. Y es que esa Institución, mediante la Constructora Benéfica de la Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Madrid, construyó un grupo de viviendas entre la calle san Antón y la Ronda de Calatrava, como puede verse en la placa de 1962.

Fernando Merry del Val y García Zapata, ingeniero buscador de petróleo, fue consejero de la Compañía Española de Petróleos (CEPSA), en la que ingresó en 1930 – al poco tiempo de su creación–. Falleció en Madrid, el 22 de agosto de 1962.

Gregorio Sánchez-Puerta y de la Piedra, falangista de primera hora, de la Vieja Guardia de Madrid, miembro del Consejo Nacional de Falange Española Tradicionalista y de las JONS, Consejero Nacional, procurador en Cortes (1943-1957) y delegado nacional de Personal del Movimiento. Murió en Madrid el 23 de agosto de 1962.

CALLES BELCHITE, BRUNETE, SANTA MARIA DE LA CABEZA Y SIMANCAS

Belchite. La batalla de Belchite fue una batalla de la Guerra Civil Española que tuvo lugar en Belchite (Zaragoza) entre el 24 de agosto y el 6 de septiembre de 1937 en el marco de la ofensiva del Ejército Popular sobre Zaragoza. La conquista de esta localidad movilizó un gran número de hombres y medios militares republicanos que habrían podido ser más útiles en el avance hacia la capital aragonesa, principal objetivo de la operación. La batalla de Belchite se saldó finalmente con la toma por los republicanos del pueblo, que quedó completamente devastado. Se estima que murieron 5.000 personas en 14 días.

Terminada la guerra, el régimen de Francisco Franco decidió no reconstruir el pueblo sino crear uno nuevo al lado, hoy conocido como Belchite nuevo, utilizando prisioneros republicanos como mano de obra. Las ruinas del anterior se dejaron intactas como recuerdo de la Guerra Civil. El conjunto se conoce como Pueblo Viejo de Belchite.

Brunete. Se conoce como batalla de Brunete al conjunto de operaciones desarrolladas, desde el 6 hasta el 25 de julio de 1937, en esta población y otras aledañas del oeste de Madrid durante la Guerra Civil Española. Esta ofensiva lanzada por el Ejército Popular de la República tenía como objetivo disminuir la presión ejercida por las fuerzas sublevadas del bando franquista sobre Madrid y al mismo tiempo aliviar la situación en el frente Norte.

Aunque inicialmente las fuerzas republicanas lograron avanzar y adentrarse en el territorio enemigo con relativo éxito, a los pocos días de comenzar las operaciones la ofensiva republicana se agotó y sus avances quedaron detenidos. El general Franco decidió detener la Ofensiva del Norte y trasladó refuerzos a la zona centro para poder lanzar una contraofensiva y recuperar el terreno perdido. Tras una semana de duros combates las fuerzas de Franco habían logrado recuperar la mayor parte del terreno perdido inicialmente, momento en que se dio por terminada la batalla. Ambas partes sufrieron un elevadísimo número de bajas sin que ninguno se alzara con una victoria clara. Los republicanos, que fueron los que tuvieron un mayor número de bajas, no lograron su principal objetivo y la Ofensiva del norte se retrasó tan solo un mes más del plan original.

 Brunete está considerada como uno de las enfrentamientos más sangrientos de la Guerra civil española. Así mismo, se convirtió en la principal batalla de la guerra civil en cuanto empleo de carros de combate y grandes masas acorazadas, especialmente por su trascendencia técnica para el empleo de los carros de combate. Posteriormente la dictadura franquista creó la llamada División Acorazada Brunete, denominación que recibió en honor a este acontecimiento militar.

Simancas. La Guerra Civil Española dio un protagonismo inesperado a este cuartel, llegándose a convertir en uno de los mitos de la contienda, comparándose a los asedios del Alcázar de Toledo y Cuartel de la Montaña de Madrid, aunque sin alcanzar las cotas de fama de estos últimos. En julio de 1936, las fuerzas militares de Gijón se correspondían a las tropas del regimiento Simancas y a las del VIII batallón de ingenieros con guarnición en el cercano cuartel de "El Coto" (a solo unos cientos de metros de distancia). El jefe de este regimiento era el coronel Antonio Pinilla Barceló, comprometido con los rebeldes franquistas. El cuartel se puso de parte de los sublevados y tras la caída del cuartel del Coto se le sumaron los supervivientes del batallón de ingenieros.

Tuvo lugar entonces un asedio que duró hasta el 21 de agosto, en que las milicias obreras, con el apoyo de aviones y artillería, entraron en las ruinas del antiguo colegio. El asalto fue durísimo y la resistencia tenaz. Se sometió al edificio al bombardeo aéreo, al cañoneo de artillería de diferentes calibres y dinamita para derribar los muros del cuartel. La flota del bando golpista acudió en auxilio de los sitiados, especialmente el crucero Almirante Cervera, al cual le fue radiado el famoso mensaje de los defensores: “Disparad sobre nosotros, el enemigo está dentro.” A este episodio se le conoce como la gesta del Asedio del cuartel de Simancas, convirtiéndose en uno de los mitos de la Guerra Civil por la dureza de los combates y de las circunstancias que en él se dieron.

Santa Maria de la Cabeza. El Asedio al Santuario de Nuestra Señora de la Cabeza fue un episodio de la Guerra Civil Española que realizaron las tropas republicanas contra un grupo de guardias civiles (unos 200) y personas civiles (alrededor de 1000) que se refugiaban en el Santuario de Nuestra Señora de la Cabeza en Andújar, Jaén. El asedio duró un total de nueve meses.

MONUMENTO AL ALFEREZ PROVISIONAL

Durante la Guerra Civil Española, el término de "alférez provisional" se acuñó para aquellos oficiales que, dadas las numerosas bajas que se producían en el cuerpo de oficiales del bando sublevado a medida que el conflicto se prolongaba, se alistaban voluntariamente en el ejército y obtenían directamente el empleo de alférez por tener una formación media o superior. Todo ello para suplir a la oficialidad de carrera. El término "provisional" derivaba del hecho de que su compromiso de enganche al ejército se limitaba a la duración de la guerra.

Tras un corto período de formación, los alféreces se convertían en jefes de sección y podían ascender a teniente por actos de combate. El distintivo de los alféreces provisionales, a cuyo mando estaba el general Orgaz, consistía en una estrella de seis puntas, colocada sobre un rectángulo de paño negro en la guerrera, camisa o cazadora. Este rectángulo fue llamado parche o estampilla, y de ahí viene el nombre de "estampillados" con que se conocía a los provisionales tanto en la zona nacional como en la republicana.

Los alféreces provisionales, fuese por su juventud o por su fuerte ideologización, se distinguieron por su arrojo, lo que produjo un altísimo número de bajas entre ellos. Este arrojo se tradujo en medallas y galardones personales: se llegan a contabilizar once cruces laureadas y 236 medallas militares individuales. Seis de los recompensados con esta condecoración la lograron en dos ocasiones.

La mayoría de las ciudades de España, una vez ganada la guerra por el bando franquista, dedicaron una calle, en singular, en reconocimiento a todos ellos, al alférez provisional.

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