Está ubicada en la plaza del Cristo del Amor. El edificio actual data de 1664 y es de una sola nave, con planta de cruz griega. Precediendo al ábside, se levanta una cúpula de media naranja. En ella, tiene su sede canónica la Hermandad del Descendimiento que procesiona en Viernes Santo. Su puerta sur está realizada en piedra y formada por un arco de medio punto con pilastras adosadas.
La Capilla corresponde al antiguo “Hospital de la Pedrera” del siglo XVII, bajo la advocación de Nuestra Señora de los Remedios. El Hospital, debido a su abandono, quedó destruido en 1640 y la capilla se vuelve a reconstruir gracias a los devotos. Pero cuenta la leyenda, que en el lugar que hoy ocupa la Ermita fue una antigua cárcel, en la cual, un condenado a muerte pinto la imagen con tal perfección que le perdonó su pena. La imagen se trasladó al Hospital y según la tradición: las mujeres al dar a luz, le llevaban aceite y tocaban la campana.
El edificio ha sufrido numerosas restauraciones, durante una de estas últimas aparecieron unas inscripciones de finales del S. XVIII, así como tres ángeles; todo ello en el altar mayor.
Paseando por uno de los jardines más céntricos y conocidos de la ciudad nos encontramos con la puerta del Torreón del Alcázar, mandado construir por Alfonso X.
Su ubicación era la parte más alta y despejada de edificios de la ciudad, para poder vigilar los posibles ataques a la amurallada ciudad. Sirvió de residencia en ocasiones a los Reyes Católicos. Actualmente solo se conserva una puerta de arco apuntado, en la que podemos observar sillares con la marca de los canteros, así como curiosamente, las armas de Castilla y León.
En la ronda de la ciudad y ubicada donde se hallaría una de las 8 puertas de la muralla de Villa Real, se encuentra la Puerta de Santa María, perteneciente al antiguo Convento de Nuestra Señora de Altagracia, derruido en los años 70.
Pertenecía al conjunto del Antiguo Convento de la Merced fundado en 1613, y se encuentra a la espalda de la Diputación. Tras la Desamortización el edificio pasa a ser propiedad de la Diputación y la Iglesia, a la que se accedía a través de una puerta del claustro del convento.
La Iglesia, del siglo XVIII, es de planta Jesuítica, una nave central a la que se abren capillas laterales que se comunican por arcos siguiendo el modelo de las Iglesias Barrocas. Su bóveda es de cañón con lunetos y en sus paredes aparecían pinturas murales que representan angelotes, motivos vegetales y signos alusivos a la Orden Mercedaria.
La fachada se configura como un gran rectángulo coronado por un frontón triangular. En ella se aprecia un ligero almohadillado. En el rectángulo se sitúa una hornacina con la imagen de la Inmaculada Concepción y una ventana que ilumina el interior. En ésta fachada también podemos ver los escudos de la orden y de la familia fundadora del convento.
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